Odio los días
cuando puedo sentir
a lo largo de mis venas
cada kilómetro,
cada milímetro;
cuando en mi garganta
apenas vive una voz
capaz de recordar
cómo suenas.
Hoy nada me oxigena
y me evaporo,
un jueves gris
de buena mañana;
y voy a parar al sol
que todo lo quema
para verte yo primero.
Pero al final vas a tener razón.
Soy el dolor de corazón,
y el llanto que inunda
de flores marchitas
este pobre balcón.
Pero qué quieres que diga
si esta es mi verdad:
que te echo de menos
en cada vida un poco más.
La chica del chubasquero amarillo.