Tu boca se confunde
entre el roce y las palabras
justo hoy, que me sonríes.
Y yo que vivo sola con mis voces
tengo miedo de que se extasíen
escuchando este silencio
jugar a lo lejos.
Es domingo y no diferencio
la realidad del sueño,
así que quédate.
Que sean tus manos
quienes creen de cero
un nuevo lunes.
Así evito el feroz destino
de todos los días comunes
que no barren los recuerdos
que sí queremos olvidar.
Y, como de costumbre,
pediré que me perdone la vida
por confundirla, una vez mas, contigo.
La chica del chubasquero amarillo.